Estos días está llegando a su fin el Festival de Cine de San Sebastián, una cita para cinéfilos que, cada vez más, también tiene que ver con los libros. En concreto, el jueves 23 de septiembre se estrenó allí El poder del perro, la nueva película de Jane Campion que lleva a la gran pantalla la novela homónima de Thomas Savage que acabamos de publicar. Y es que aunque las adaptaciones de libros al cine siempre han existido, ahora parece haber un interés renovado; tal vez porque, faltos de grandes historias, siempre se pueden encontrar en las páginas de las mejores novelas.
Y viceversa: también son muchos los libros que hablan sobre cine, y en Alianza tenemos buenos ejemplos. Desde el clásico de François Truffaut, El cine según Hitchcock, hasta la desternillante autobiografía de Woody Allen, A propósito de nada, pasando por el también hilarante El último austrohúngaro. Conversaciones con Berlanga, de Manuel Hidalgo y Juan Hernández Les.
Pero en este especial os queremos hablar, sobre todo, de esos casos en los que no sabríamos responder a la eterna pregunta: «¿Te gustó más el libro o la película?»...
El poder del perro
En 1967 Thomas Savage publicaba El poder del perro, una novela de vaqueros escrita por alguien que había crecido en ese ambiente de las haciendas ganaderas del Oeste americano. Para Savage, que aprendió el oficio y se empapó de sus matices, fue un universo asfixiante en el que ser un hombre significaba, por encima de todo, no poder ser muchas otras cosas.
Cuando Jane Campion leyó la novela, captó perfectamente este conflicto personificado en varios de sus personajes y se obsesionó con la historia hasta el punto de obligarse a regresar al cine tras una década sin haber dirigido ninguna película, después de haber ganado la Palma de Oro en Cannes por El piano. Ahora, El poder del perro le ha dado ya el León de Plata a la mejor dirección en el Festival de Cine de Venecia y ha quedado muy cerca de ganar el premio del público en el Toronto International Film Festival —donde Benedict Cumberbatch se ha llevado el premio a mejor actor por la que dicen los críticos que es la mejor actuación de su carrera—. Y tras el primer pase en el Festival de Cine de San Sebastián, la crítica nacional se muestra igualmente entusiasmada. El resto de los mortales la podremos ver en Netflix a partir del 1 de diciembre.
La trama gira en torno a dos hermanos, Phil y George Burbank, que son dueños de un rancho y dos de las personas más ricas de la región. Phil y George tienen una relación sin fisuras, pero la balanza se inclina siempre del lado de Phil, el hermano brillante y talentoso. Eso sí, también sucio, maleducado y, aparentemente, incapaz de ser feliz. Hasta que un día George, mucho más sencillo y afable, introduce un elemento exógeno en la finca: Rose, una viuda a la que hace su esposa y a quien Phil ve desde el primer momento como una intrusa. Rose, además, viene con Peter, un chico sensible y extremadamente inteligente que se convierte en el blanco de las burlas de los trabajadores de la finca, y a quien Phil decide utilizar en contra de su madre. El drama está servido.
Orgullo y prejuicio
Otra gran historia de egos heridos y secretas venganzas es el clásico por excelencia de Jane Austen, Orgullo y prejuicio. La historia de amor y desencuentro entre Darcy y Elizabeth, y el genial retrato que hace Austen de las obsesiones casamenteras de la época, a través de la madre y las hermanas Bennet, han dado lugar a unas siete adaptaciones cinematográficas y televisivas —incluyendo una de zombis— de las cuales la más reciente es la que dirigiera Joe Wright en 2005 con Keira Knightley y Matthew Macfadyen en los papeles protagonistas, y que da ganas de volver a verla cada domingo lluvioso.
Mujercitas
Poco más de cincuenta años después de que Orgullo y prejuicio viera la luz, Louisa May Alcott publicaba Mujercitas, otra novela atemporal elevada muy pronto a la categoría de clásico que, sin embargo, sufrió en su época el zarpazo de la censura victoriana. Visto el éxito que tuvo en 1868 la primera entrega de la novela (puesto que, tal y como la conocemos, está compuesta en realidad de dos volúmenes), su editor le pidió a la autora escribir una segunda parte y aprovechó entonces para depurar ambos textos y ofrecer una versión descafeinada, más complaciente con la etiqueta de «novela para jovencitas» que le fue impuesta. Nuestra edición, sin embargo, restaura el texto original, liberándolo de intervenciones, de un modo similar a como lo llevó a la gran pantalla Greta Gerwig hace dos años, con una película en la que vemos a Meg, Jo, Beth y a Amy en su versión más desinhibida, con Emma Watson en el papel de Meg y Maryl Streep como la tía March.
Y aunque menos atrevida, no podemos dejar de mencionar la adaptación clásica de Mervin LeRoy en 1949 con algunas de las mejores actrices de la época, incluida Elizabeth Taylor, inolvidable en su papel de Amy.
Freddie Mercury y Bohemian Rhapsody
Cuando parecía que Freddie Mercury no podía escalar ya más alto en la pirámide de los iconos populares, llegó Rami Malek, con una actuación que más parecía una reencarnación, a reavivar la hoguera de su fama. Y de la suya propia, también. Bohemian Rhapsody le valió a Malek un Oscar, un Globo de Oro, un BAFTA, el premio del Sindicato de Actores, el de la Crítica Cinematográfica...
El éxito de la actuación de Malek, y de la película, se debe sobre todo a que consiguió captar al hombre tras la máscara. Como recoge Lesley-Ann Jones en su biografía definitiva de Freddie Mercury, él mismo era consciente de su existencia dual, que terminaría por llevarle al abismo: «Yo cambio cuando salgo al escenario. Me convierto en ese showman total. Por supuesto, es una droga, un estimulante. Pero me da mal rollo cuando la gente me ve por la calle y quiere al tipo del escenario. Al gran Freddie. Yo no soy ese, soy una persona más tranquila. Intento separar mi vida privada del intérprete público porque es una existencia esquizofrénica».
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