Recibimos con estupor las noticias que llegan de Afganistán tras el anuncio de la retirada de las tropas estadounidenses y la toma del aparato estatal por parte de los talibanes. Afganistán es un país castigado desde hace décadas que acumula violencia sobre violencia, estratos que han sepultado las esperanzas de varias generaciones. Su historia reciente está escindida entre los cambios formales de gobierno, con sus pulsos de fuerzas enfrentadas, y el sufrimiento continuado de una población que ha visto degradarse cada vez sus libertades y formas de vida.
En Alianza hemos publicado en los últimos años algunos libros que, en medio del caos de las noticias y su vertiginoso sucederse, nos ayudan a humanizar ese sufrimiento y a comprender con mayor profundidad el significado de lo que está ocurriendo.
Los susurros de la guerra, de Masood Khalili
El 9 de septiembre de 2001, dos supuestos periodistas entrevistaban a Ahmed Shah Massoud, apodado "el león de Panjshir", legendario comandante que lideró la resistencia contra la invasión soviética y que, en esos momentos, combatía el avance talibán. Masood Khalili, íntimo amigo y asesor político, estaba sentado junto a él. Del interior de la cámara que habría de grabar la entrevista estalló una bomba que terminó por matar a todos excepto a Khalili. Los periodistas eran, en realidad, terroristas de Al-Qaeda que con el asesinato de Massoud se aseguraban de que no encontrarían resistencia interna cuando Estados Unidos hiciera lo previsible: desplegar sus tropas en el país en represalia del atentado que tendría lugar solo dos días después, el 11 de septiembre de 2001.
Dos décadas atrás, en 1986, Masood Khalili –guerrero, diplomático, poeta y filósofo sufí– había emprendido un viaje por todo el país para organizar la sublevación popular que pudiera plantar cara a la invasión del país por parte de los soviéticos. Los susurros de la guerra es el diario de ese viaje, dirigido a su esposa, en el que reflexiona sobre la libertad, la justicia, la pobreza, la miseria y el drama de la guerra.
Pero también, como ha dicho Ahmed Rashid, Khalili cuenta con «un sentido del humor salvaje y perverso que ilumina constantemente sus páginas». Y con una sensibilidad extraordinaria para describir los impresionantes paisajes de las altas montañas, arroyos y prados de flores que no permiten al lector olvidar, pese a todo, la belleza de Afganistán.
La publicación del libro en 2016 coincidió con su misión como Embajador de Afganistán en España y Casa Asia pudo entrevistarlo:
Malala. Mi historia, de Malala Yousafzai con Patricia McCormick
El nombre de Malala es ya un símbolo universal del derecho de las niñas a la educación. Lo confirmó el Premio Nobel que recibió en 2014, con 17 años, aunque ya en 2013 la revista Time la incluía en su lista de las 100 personas más influyentes del mundo. Con 11 años, Malala escribía bajo pseudónimo un blog para la BBC en el que relataba cómo era la vida en el pakistaní valle del Swat, en la frontera con Afganistán, que fue tomado poco a poco por los talibanes. Su obstinación por ir al colegio que dirigía su padre y su activismo –que desarrolló con el altavoz que le proporcionó la prensa– a favor del derecho a la educación de las niñas levantó la ira de los talibanes, quienes intentaron asesinarla a tiros en un autobús escolar. Malala tenía 15 años y su historia, la de una niña cuya temprana lucha por la justicia la había convertido en un objetivo de los talibanes tan importante como para intentar ejecutarla, conmovió al mundo entero.
Ahora que los talibanes han anunciado que gobernarán Afganistán según la interpretación estricta de la sharía, la lucha de Malala renueva su sentido y su testimonio, doloroso pero lleno de optimismo, es un ancla al que agarrarse. Su descripción de la lenta toma de poder por parte de los fundamentalistas y la paulatina instauración de un régimen de terror que fue modificando, con un derramamiento de sangre, el pensamiento de su comunidad hasta arrancar la diversidad de cuajo nos adentra de lleno en la experiencia que, en estos momentos, comparten con ella millones de mujeres, hombres, niñas y niños afganos.
Las golondrinas de Kabul, de Yasmina Khadra
En un Kabul miserable en el que ya no se oye a las golondrinas sino los graznidos de los cuervos y los aullidos de los lobos, los personajes de esta escalofriante novela de Yasmina Khadra se muestran incapaces de sobreponerse a un destino marcado por sus miserias, cobardías y desencantos, impuestos por la irracionalidad del integrismo islámico.
Publicada originalmente en 2002, Khadra retrata la represión social y religiosa en el Afganistán gobernado por los talibanes, que tiene como principales manifestaciones la banalización del mal, la histeria de las masas, las humillaciones, las ejecuciones en forma de lapidación y la soledad cuando sobreviene la tragedia. Una inmersión, por lo tanto, en un pasado que regresa. La prosa de Khadra nos ayuda a comprender la historia que se repite desde su perspectiva más humana y cotidiana, muy distinta de la imagen parcial y distorsionada que tantas veces arroja la prensa.
Salir del caos, de Gilles Kepel
Por último, Salir del caos, el excelente ensayo de Gilles Kepel, es el primer relato completo retrospectivo de la historia reciente de Oriente Próximo desde la crisis del petróleo de 1973 hasta el conflicto de Siria, y una brújula para situarse en la escena más amplia que explica lo que está ocurriendo hoy en Afganistán.
Un libro que aúna el rigor analítico académico con el carácter más divulgativo, escrito por uno de los más reputados expertos mundiales en el mundo islámico y basado en cuatro décadas de estudios, de estancias y experiencias in situ, análisis y conferencias. Nos quedamos con su advertencia: «La reafirmación del Levante en la articulación entre Europa y Oriente Medio y en su mutua continuidad es una de las vías que hay que abrir para evitar una confrontación cultural que perpetúe las crisis vividas durante las décadas pasadas».
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